Vivir en el momento presente es muy útil. Nos ayuda a soltar las cargas de algunas de las experiencias vividas en nuestro pasado, y también nos permite no preocuparnos por las incertidumbres del futuro.
En mi opinión es la mejor manera de mantener el estrés a raya. Por todo esto, y también por muchas otras cosas, vivir en el momento presente se ha convertido en una recomendación que se lee en muchos artículos, se escucha en muchos Podcast y también se ve en muchos vídeos de YouTube. Es casi un mantra, hasta el título de mi blog es ese exactamente «vive en el momento presente».
Como recomendación ya hemos comprendido que está muy bien, pero ¿cómo se hace? ¿cómo se vive en el momento presente? Si leemos el libro de Eckhart Tolle, El Poder del Ahora, su camino hacia el vivir constantemente en el momento presente fue como un trance místico.
El autor relata como en una noche y tras unas profundas reflexiones hubo un momento que se sintió absorbido por un vórtice de energía, que le hizo perder la conciencia. Al despertar ya se encontraba en ese estado de presencia en la que su mente nunca más vivió ni en el pasado ni en el futuro.
Yo no puedo negar mi fascinación por este libro, del que además recomiendo siempre su lectura, pero para la mayoría de las personas el camino para vivir en el momento presente no es ese. Tolle no explica ni en este libro ni en ningún otro de los que ha escrito cual es el proceso para llegar a ese estado de «iluminación» que él mismo sufrió.
Es cierto que da algunas recomendaciones, y consejos, pero no explica de forma detallada los pasos a seguir para conseguir vivir en el momento presente de forma tan rápida y para siempre como él lo hizo. Por desgracia el camino de Tolle es una excepción.
Aunque conseguir vivir en el momento presente no sea tan místico, ni tan rápido como Tolle nos narra en su libro, también es cierto que es un objetivo que está al alcance de casi todo el mundo.
Para lograrlo tampoco sirve repetir (o repetirnos) constantemente la frase «vive en el momento presente». Aun cuando nuestra mente racional esté de acuerdo con esta idea, chocará frontalmente con su propia naturaleza, y que no es otra que la de generar contenido constantemente.
Nuestra mente no para de generar ideas, pensamientos, recuerdos, emociones… y además todo este contenido interactúa entre sí. El flujo no para. No podemos darle una orden a nuestra mente y que se detenga. Ese fluir constante no se puede parar de forma voluntaria. Esa es su naturaleza, ese el comportamiento natural de la mente de cualquiera.
Para cambiar ese comportamiento natural, y que podamos vivir más en el momento presente y menos en el pasado o en el futuro, hay que entrenar a nuestra mente. Ese adiestramiento forma parte del Mindfulness, y requiere una práctica diaria.
Este entrenamiento se hace de dos maneras, una formal, y otra informal. La formal es a través de la meditación. Requiere una media hora de práctica diaria, como mínimo, y es tan fácil (o tan difícil) como prestar atención a nuestros pensamientos, preferiblemente sentados, con los ojos cerrados y en un lugar tranquilo y sin interrupciones.
A base de constancia y mucha paciencia, practicando y practicando todos los días, la mente se va transformando. Se va acostumbrando a observar los contenidos mentales, y dejarlos pasar. Con el tiempo aprenderemos a observar, sin intervenir, y sin dejarnos llevar por los contenidos mentales: recuerdos, emociones, sensaciones corporales…
La forma informal consiste en estar atento y consciente a lo que hacemos de normal en nuestras vidas. Si hacemos tareas rutinarias como ducharnos, fregar los platos, o conducir, lo normal es que nos pongamos en piloto automático y la mente comience a divagar. Tenemos que ser conscientes de que nos hemos ido y volver a traer la mente al presente, a lo que estemos haciendo en este mismo instante.
En mi opinión sólo de estas dos formas se consigue llevar a la mente a vivir cada vez más en el momento presente. Con la práctica, con paciencia y con el tiempo la mente irá cada vez haciendo menos visitas al pasado y al futuro… y podremos saborear más los momentos que el presente nos regala.